El cuaderno de Opinión de Antonio Balsalobre

Zozobra

Ando acabando mi última novela y son días de incertidumbre para mí. Hay que ir cerrando puertas, despidiendo a personajes, buscando desesperadamente algún adjetivo que se resiste, reformulando alguna frase que no convence o fabricando la pólvora de los fuegos artificiales que deben acompañar un buen final. Y aunque todo esto solo ocurra en el terreno de la imaginación, créanme que no deja de ser una tarea ardua. Hasta ahora podía ir posponiéndolo casi todo, ciertas vicisitudes de la trama, tal o cual rasgo de este u otro personaje… Pero eso se ha acabado. Ha llegado para mí lo que a los periodistas (y dicho sea de paso, también a los columnistas) tanto angustia a veces: el dead line, la fecha u hora límite para entregar un trabajo.  Me decía un amigo poeta que no alcanza a entender que el final de una novela no esté previsto antes de empezar a escribirla. En mi caso, ha sido así. ¿Acaso sabemos al nacer qué va a ser de nosotros y cómo va a ser nuestro fin? En Nivola, de Unamuno, uno de los personajes se siente tan autónomo que va a visitar al autor porque no sabe qué decisión debe tomar en su vida. Y hay personajes que todavía andan en busca de autor. En medio de la zozobra, todos andamos en busca de algo.

La agonía del antisanchismo

Permitidme que siga con Unamuno y yo también utilice el término “agonía” con ambigüedad, como lo hiciera, salvando todas las distancias, don Miguel en su Agonía del cristianismo. “Terriblemente trágicos son nuestros crucifijos, nuestros Cristos españoles”, dejó dicho el maestro. E inequívoco el declive religioso al que alude. A esas dos acepciones, yo añadiría alguna más en el caso de la cruzada contra Sánchez. “Terriblemente trágicas son algunas de esas proclamas antisanchistas; y moribundas, como final de una religión que ya no da para más. Al tiempo que constituyen también, en mi opinión, la expresión de una lucha agónica, un deseo vehemente y angustioso por que acabe su reino. Una ansiedad que transmiten incansablemente aquellos “agonías” cuyo pesimismo invade discursos, papeles, rosarios, y otras cosas del montón. Porque una cosa es hacer oposición y otra bien distinta, agonismo. La primera es tan necesaria para la democracia como la poesía para la vida, si creemos a Celaya. Lo otro es, volviendo al filósofo salmantino, remorderse día y noche en el “sentimiento trágico” de la política. ¿Está agonizando políticamente Pedro Sánchez? Eso parecen querer algunos. Alguien me dice, sin embargo, que lo ve con la misma mala salud de hierro de siempre.

Sea cual sea

Mientras que López Miras anda calentando motores para irse en pandilla a la mani del mes contra la amnistía con la Ayu, el More, la Gama o el Fei, me imagino que haciendo uso de la partida de 100.000 euros destinada en el presupuesto de la Región para tal fin, el CIS en su barómetro de enero sitúa esta medida legislativa en el puesto 37 entre las preocupaciones señaladas por los españoles. Vale que es un sondeo de Tezanos y que creer en él es un acto de fe. Pero no mayor que el de creerse lo que dice cualquier otra encuesta. Feijóo se creyó a pies juntillas las que daban, al unísono, sus gurús demoscópicos en las últimas elecciones y todavía anda errante por esos mundos de Dios. Por cierto, ¿no fue el CIS quien más se acercó a lo que acabaron diciendo los españoles en las urnas? Crisis económica, sanidad y empleo son, dice esta última remesa, nuestros principales problemas. Normal. La controvertida ley de amnistía, sea cual sea el puesto que ocupe, también lo es, pero parece como si una mayoría de españoles confiara, pese a la poca pedagogía que ha hecho el gobierno sobre ella, que acabará siendo constitucional, servirá para cerrar heridas y ayudará a encauzar el conflicto político existente en Cataluña. Los de la mani, con todo su derecho democrático, están en otra cosa.